Lo único que le faltaba al comité de sabios para asuntos económicos de Siracusa era el respaldo internacional y este le ha venido de donde más cabía esperarlo: del peronismo.
Los sesudos análisis, 'recetas' y críticas del comité de sabios ya fueron recopilados por stewie, y en esa primera recopilación pudimos comprobar la inmensa sabiduría que destilaban sus asertos. No podía ser de otra manera al tratarse de personas que han dedicado cientos de años de sus respectivas vidas al estudio de la economía, lo que les ha permitido desarrollar poderes incomprensibles para el más vulgar de los mortales, con los que distinguen de manera infalible entre aquel economista que cree (los de la escuela austríaca) y aquel que sabe (todos los positivistas, vengan de donde vengan, y ellos.) Así llaman fe a una teoría que es razonamiento de principio a fin, donde hay diferencias entre seguidores y donde un Rothbard corrige lagunas e incoherencias de un Mises.
En tiempos como los que corren, personajes poco honestos aprovechan la oportunidad que les ofrece una ciudadanía, temerosa de perder el grado de bienestar conseguido con su duro trabajo, para imponer su credo. Los intentos de análisis que se hacen no se basan en hechos, los ignoran, deliberadamente o no, y lo hacen con el descaro de quien sabe que se está dirigiendo a un pueblo tragaldabas en el que muchos de sus miembros sólo desean que la realidad se ajuste a su visión. El objetivo es aumentar su esfera de poder en detrimento de la esfera de libertad del individuo. Los paralelismos entre los estatólatras de todo pelaje, vengan del peronismo o de la izquierda 'liberal', son asombrosos.
Lo que dicen políticos enemigos del mercado como doña Cristina:
“Los viejos paradigmas están cambiando” y se hace evidente la necesidad “de interactuar más inteligentemente entre Estado y mercado” para alcanzar una “necesaria articulación entre uno y otro”
Mrs. Kirchner insiste:
la situación financiera mundial demuestra la "presencia indelegable e insustituible que siempre debe cumplir el Estado" en la economía y “en cualquier punto del escenario global”.
Esta Kirchner es un ejemplo cualquiera de político que podemos encontrar entre conservadores y socialistas. Todos de acuerdo. Pero ¿quién alimenta intelectualmente a estos sinvergüenzas?
Los estatólatras que venden mercancía en mal estado ya no son los que fueron barridos en la II GM o con el muro de Berlin. Los apologetas del estado total se han dado en llamar ahora izquierda 'liberal'. Se incrustan en la doctrina que emancipó al hombre de todo poder despótico y le apartó del oscurantismo y la pudren haciendo del estado nuestro nuevo señor. Tomemos un ejemplo cualquiera como Eduardo Robredo, 'universidad de las de verdad' con el feo vicio de sobrevaticanizar(*), y leamos sólo un par de los cientos de ejemplos que encontraremos en su blog y en los de sus entrañables colegas estatólatras de Siracusa 2.0: aquí despotricando contra aquellos que no quieren ser controlados por el estado y aquí "enfocando" el problema de la crisis en la 'propiedad y la necesidad de un cambio dirigido de la misma (cuanto error presentado con tanta soltura y erudición). Cuando este material llega al político tenemos declaraciones como las de la señora Fernández Kirchner, que es un ejemplo cualquiera de los que insisten en un keynesianismo que nunca abandonaron para aumentar su poder. Peronistas del 'corralito' que echan la culpa al neoliberalismo y reclaman más estado. El consentimiento del pueblo hace el resto. Así se consigue sin sangre, aunque con violencia, los estados totales que Hitler o Stalin quisieron por la fuerza.
(*) Sobrevaticanizar: Exceso retórico consistente en acusar de vaticanista a quien no se ajusta a los planteamientos naturalistas.